"Ya no me engañan tus bellos ojos,
pues su lenguaje sé ya entender:
sé que fascinan, sé que arrebatan,
mas sus hechizos sé comprender.
Quiero olvidarte aunque me muera,
he de lograrlo, ya lo has de ver:
como he sabido quererte tanto,
odiarte tanto he de saber.
Como a un muñeco,
que no tiene alma,
así burlaste mi vida y mi fe;
mentiras fueron tus dulces promesas,
falsa aventura que tanto anhelé.
Ya no te creo, que mienten tus ojos,
mienten tus labios y miente tu voz.
Quiero morirme por no creerte:
antes la muerte que tu traición.
He muerto porque no miro
tus ojos,
pero no puedo mirarlos,
que me pueden traicionar:
antes que me engañes nuevamente,
he de despreciar la vida
por querer y por odiar.
Yo he sido esclavo
de tus caprichos
pues tu mirada me cautivó:
dichoso he sido con tus mentiras
hasta que mi alma las descubrió.
Ya no me engañan tus bellos ojos,
su dulce encanto ya se rompió:
viendo en tus ojos,
y tan cruelmente,
que expiran fuego de odio y amor.
Muero porque no miro
tus ojos,
pero no puedo mirarlos,
que me pueden traicionar:
antes que me engañes nuevamente,
he de despreciar la vida
por querer y por odiar".
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